domingo, 25 de noviembre de 2012

Victoria’s Secret



Roy Raymond llevaba días fantaseando con regalarle a su mujer un buen conjunto de ropa interior. Lencería de esas que quitan el hipo. De las que duran puesta cinco minutos, pero cuya imagen permanece para siempre en la memoria. De esas que convierten la belleza femenina en pieza de museo. Así que se armó de valor y se plantó en una tienda dispuesto a elegir un camisón sexy con el que sorprender a su esposa y dejarse sorprender por ella. Sin embargo, aquella fue una de las experiencias más traumáticas de su vida. Cada vez que se acercaba a la sección de lencería y pasaba su mano por el tacto de cada uno de los sostenes que allí se vendían, todo el mundo lo miraba como a un pervertido. Decidió que ningún hombre volvería a sufrir aquella humillación pública. Que nadie tendría que sentirse culpable o avergonzado por comprar ropa interior femenina. Así que pidió dinero prestado a sus padres y al banco, y abrió una pequeña tienda en San Francisco. Una tienda con muros de madera para que nadie se sintiera observado desde fuera, y donde las prendas se exhibieran colgadas en las paredes para poder acceder fácilmente a ellas. Era el año 1977 y acababa de fundar la línea de lencería más famosa del mundo: Victoria’s Secret.

En poco tiempo llegarían más tiendas, los catálogos y la venta de la marca a una compañía mayor. Sujetadores, tangas, ligueros, panties, baby-dolls, bikinis y fantasías de ángeles en una tienda pensada para hombres que acabaría llenándose de mujeres. Pero no sería hasta 1995 cuando naciera la joya de la corona, la cita ineludible de la moda en ropa interior: el desfile anual de Victoria’s Secret, con su excepcional reclamo protagonizado por supermodelos como Helena Christensen, Tyra Banks, Heidi Klum, Alessandra Ambrosio o Gisele Bündchen caracterizadas como ángeles. Los ángeles de Victoria’s Secret.


Algunos de estos ángeles se han dejado ver animando partidos de la NBA, como Kate Upton, o conquistando el corazón de algún jugador, como ha hecho Adriana Lima. Más llamativo es el caso de la sueca Elsa Hosk, jugadora de baloncesto que dejó las canchas para convertirse en modelo de la cotizada marca de lencería. Pero si hay unos ángeles famosos en el mundo del básquet, esos son los chicos del lago. Y aunque en Alicante no juegue Pau Gasol, también Rubén Perelló basa el secreto de su éxito en sus ángeles. Hoy hemos visto a varios jugadores del C. B. Lucentum prácticamente volar.


El partido frente al Club Melilla de Baloncesto no iba a resultar tan fácil como presagiaban las estadísticas de ambos equipos. El encuentro comenzaba muy igualado, como un Guillermo Rejón celebrando a lo grande su renovación con el club. Los lucentinos Rivero, Llorca, Huertas, Rejón y Coppenrath dan una gran sensación de equipo desde los primeros compases: circulan bien el balón, se miran, se buscan, están en sintonía. Pero Melilla no falla. Sánchez, Wachsmann, Manzano, Riera y Castro tienen el día en puntería, y logran despegarse hasta un 09 – 17 que obliga a Perelló a sacar a Bas para que ponga remedio con un triple. Primero Green, como un magnífico reverso, y luego Sàbat, reducen la distancia hasta el 17 – 21 del primer cuarto.


El segundo comienza como un auténtico correcalles. Pasan los segundos y nadie encesta. Bueno, Melilla sí. Y nosotros solo cogemos los rebotes defensivos, pero ninguno en ataque. Menos mal que el público se vuelca con el equipo: un craso error de Green es contestado desde las gradas con un sonoro aplauso de la afición, que parece surtir efecto y darle alas para poner un tapón que hace agotar la posesión del rival. A pesar de las acciones antirreglamentarias que se adivinan en pista, el Lucentum empieza a entrar en el partido, de manos del ángel capitán: Jesús Fernández. Dos triples seguidos y García de Vitoria pide tiempo muerto. Perelló no está nada contento con el arbitraje, pero sabe que el secreto de la victoria reside en jugar con cabeza. Así lo interpreta, a la perfección, Albert Sàbat, mientras da instrucciones a Green. Resultado: dos triples seguidos de Green que ponen a todo el banquillo del Lucentum en pie. Por primera vez, nos hemos puesto por delante en el marcador. 29 – 24 y quedan casi cinco minutos de la primera parte. Los ángeles de Perelló ya están aquí.


Melilla ha tenido que volver a parar el partido. En la pista, Sàbat piensa y Green ejecuta. La grada no deja de cantar. Y el súmmum llega con una gran jugada de equipo que culmina con un triple de Bas. Apoteósico. Lástima que los árbitros nos compliquen la vida de nuevo y Bas tenga que sentarse tras la segunda falta personal. Pero la conexión Sàbat – Green funciona a la perfección. Tras una recuperación de Taylor, nuestro base sube el balón y da una magnífica asistencia a Green. En un batir de alas, el ángel americano convierte el pase en un bello alley oop. Cuatro puntos seguidos para el 36 – 28. Hacia el final del cuarto, y tras unas claras instrucciones de Perelló, Rejón vuelve a pista, a hacerse el dueño del rebote. Green se debate entre el angelito bueno y el malo; lo mismo te pone un gran tapón que deja sin defender a su homólogo melillense. Sea como sea, vuelve a emerger el gran Sàbat, que hoy hemos visto volar en el Centro de Tecnificación. 41 – 32 y al descanso. El partido se parece, cada vez más, al disputado la jornada anterior contra Lleida.

Melilla sale a por todas en el tercer cuarto. Los nuestros lo intentan pero no aciertan, y se produce una gran lucha en la cancha. En ese momento, Rejón abre sus alas para volar hacia el aro, y aunque el árbitro le anula un primer mate, en la siguiente acción no perdona. Tras un robo, cruza, veloz, toda la pista y pone en pie a la afición con un supermate made in Rejón. Los visitantes no quieren dejar escapar el partido y se acercan peligrosamente. No han pasado ni tres minutos y vamos 43 – 41. Perelló no lo permite. Y Bas, solo frente a la canasta, hace volar el balón hasta el 46 – 41.


Contragolpe de Sánchez y Riera. Taylor lleva todo el partido sufriendo la férrea defensa de Melilla, equipo que le conoce muy bien, y no puede ametrallar la cesta como acostumbra. Apenas puede extender sus alas bajo una presión asfixiante. Unos errores en ataque y defensa, que incluyen algunas faltas, hacen que volvamos a ir por detrás. 46 – 48 y Perelló cambia todo el equipo. A todos menos a Rejón, que está haciendo un partidazo, y se permite genialidades como un pase sin mirar a Sàbat que termina en canasta. Sàbat le devolvería el pase con idéntico resultado. Su vuelta a la pista ha sido decisiva para encarrilar el partido. Mueve el balón a su antojo y pone cabeza sobre el parqué.


Guillermo Rejón se sienta y todos los ángeles lucentinos le reciben con una gran ovación. El banquillo entero y el cuerpo técnico en pie ante la gran referencia en ataque de hoy, a falta de Coppenrath. El intercambio de puntos subsiguiente nos recuerda, de nuevo, lo visto una semana antes en tierras catalanas: fin del tercer cuarto con empate. 54 – 54.


Los últimos diez minutos servirían, una vez más, para dar cuenta de que los ángeles de Perelló tienen el secreto de la victoria. Otro detalle genial de Sàbat, que hace un pase de espaldas a Jesús Fernández, y que Green remata en canasta, sacando toda su rabia. El balón vuelve a circular en nuestras manos, y el bellísimo Álex Llorca clava un triple para poner el 61 – 57. Todos los ángeles estallan de júbilo. Sin embargo, nunca había visto tan cabreado a Rubén Perelló. Los fallos en defensa y el arbitraje le desesperan. Taylor no consigue elevarse sobre los defensores melillenses, pero, de nuevo, Alber Sàbat vuelve a sacar su ángel para volar hasta el triunfo. Fernández se apunta a la fiesta y, por fin, empezamos a despegar. 71 – 57. Tiempo muerto de Melilla y más de seis minutos por jugar. Dos minutos después, la escena es la misma. Melilla intenta jugar rápido, pero Llorca saca todo su carácter y pelea como ángel guerrero por cada balón, sacando asistencias desde el suelo. La afición cuenta por oles los pases del Lucentum, y Fernández escribe la máxima ventaja en clave capicúa: 75 – 57. Hubo tiempo incluso para poner en pista a los ángeles más jóvenes del banquillo, porque el partido estaba sentenciado. 77 – 64.


Por cierto. Si quieren ver en televisión el desfile de Victoria’s Secret de este año, se emitirá el 4 de diciembre. Por su parte, los ángeles del Lucentum volverán a la acción un poco antes: el próximo viernes, 30 de noviembre, en Orense. Será un partido duro, difícil, en tierras lejanas. Sin embargo, al igual que Panorámix dio con la pócima mágica que hacía de Astérix un galo imbatible, Rubén Perelló lleva consigo, desde hace cinco jornadas, la clave del éxito en la cancha. Cinco partidos, cinco triunfos. El “efecto Perelló”. Suyo es el secreto de la victoria. El Victoria’s Secret del Lucentum.


Mar Galindo

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