domingo, 4 de noviembre de 2012

El Golpe



Pocos episodios televisivos serán tan recordados por quienes, en palabras del lucentino Ramón Juan, “rondamos la treintena”, como aquel capítulo de Verano Azul en el que muere Chanquete. Esa serie es uno de los primeros recuerdos de mi infancia, y con ella, como tantos otros, aprendí una de las canciones protesta por excelencia de nuestro tiempo, cuyas raíces se hunden en las plantaciones de esclavos decimonónicas.

Ahora bien, mentiría si no dijera que he tenido que hacer un esfuerzo hasta caer en la cuenta de que esa melodía corresponde en realidad a un tema de Joan Báez, porque para mí está asociada irremediablemente al baloncesto y a esos cánticos con que las aficiones muestran su apoyo a los equipos cada semana. Y hoy, día de partido del C. B. Lucentum contra el C. B. Peñas Lobe Huesca, me preguntaba si las notas de aquella canción volverían a sonar de nuevo esta temporada, seis meses después, en el Centro de Tecnificación.

El ambiente del pabellón, con el partido a las cinco de la tarde, se presentaba frío. Por eso, pensaba que la afición necesitaría despertar pronto para convertirse en ese jugador más que siempre se dice que es. “Los jugadores necesitan sentir el calor de la afición”, me comentaba esta semana Carolina Padilla, directora de comunicación del Lucentum. “Somos como una familia y tenemos que estar unidos. En una liga tan complicada como la LEB, el pabellón tiene un papel crucial. Sin afición no hay equipo, y sin equipo no hay afición”. Por esta razón pensaba yo que, dadas las circunstancias, lo mejor era cantar. Creo que estaba en lo cierto, porque no pasarían ni tres minutos hasta que la peña Kali se arrancara con “Alicante, oé”, versionando el “A por ellos” de la banda del Capitán Canalla.

Comienza el partido. A pesar de que Rafa Huertas apenas tarda seis segundos en abrir fuego para los lucentinos, el primer cuarto muestra un juego muy igualado entre ambos conjuntos. Sin embargo, eso no iba a ser ningún problema para Taylor Coppenrath, que inauguraba su exhibición particular con una media vuelta de libro bajo el aro. Siguen los intercambios de canastas con una bandeja de Rivero, un triple de Llorca… y mientras suena la percusión de la peña Costablanca, aparece de nuevo el gran Taylor Coppenrath haciendo dos de las tremendas jugadas con que nos ha deleitado hoy. En ese momento, las voces lucentinas le acompañan con la música de una gran película: “El golpe”. Y ese instante en que el gran pívot del Lucentum pone el 16 – 12 en el marcador, me doy cuenta de dos cosas: de que la mejor descripción de una afición es el “I si tots animem, guanyarem” que cantamos con permiso del Barça, y de que, realmente, a Coppenrath la canción le viene al pelo. No se me ocurre mejor música para él que la de una película en la que un jugador demuestra, con su astucia y dominio del juego, quién es el mejor.

Los cánticos siguen y apenas paran. Los seguidores del Lucentum quieren demostrar que están a muerte con el equipo y no dejan de animar. Del clásico alicantino “¡¡Lu-cen-tum!!” que secunda el triple de Green con 27 – 20 a nuestro favor se pasa al “Se te ve el cartón” cuando el árbitro pita una falta en ataque a los locales. No hay un guion previsto; nadie prepara el repertorio. La música es como una ola que recorre el pabellón. Alguien comienza a cantar y todos seguimos, especialmente la peña Kali (otros que, como servidora y Ramón Juan, rondan la treintena).

El segundo cuarto no podía empezar de mejor manera: con un triple de Albert Sàbat seguido por otro de Green, que abría la brecha hasta el 33 – 23. Me venían entonces a la mente las palabras del entrenador, Rubén Perelló, en la rueda de prensa previa al encuentro: “Yo creo en mí mismo. Tengo las cosas muy claras y sé lo que necesita este equipo”. Eso, sin lugar a dudas, ha quedado muy claro en la pista esta tarde. Por eso, el título de la película describe a la perfección su manera de dirigir al Lucentum. También él ha dado un gran golpe sobre la mesa hoy.

A veces uno canta para animar al equipo, para hacer que se venga arriba. Hoy no ha hecho falta. La afición ha ido a coro con el equipo, en armonía. El ritmo, las palmas, han puesto música al buen hacer de Guillermo Rejón, y las peñas se han animado incluso con el “Oh Susana”.

Sigue el partido. Algunos errores defensivos acortan la distancia hasta el 35 – 28, pero tras un tiempo muerto, Sàbat vuelve a imponer su ritmo con un triple y un pase a Huertas de espalda incluido. En una de esas acciones para el recuerdo que nos han regalado, Sàbat cruza veloz el campo y Rejón remata con una supercanasta llamada 40 – 28. Adivinen ustedes qué se canta entonces. De nuevo, el inolvidable “The entertainer” de Scott Joplin que daba color a Robert Redford y Paul Newman en sus andanzas por Chicago. A nadie extraña, para entonces, que toda la grada coree el nombre de Guillermo Rejón cuando se sienta. Nadie duda, desde hace semanas, que su sitio está en el Lucentum.

Continúa el espectáculo lucentino, mientras las gradas cantan la música del vals “Yo te daré” de Los Stop. Rubén Perelló, absolutamente metido en su papel de técnico principal del conjunto local, no permite que los suyos se relajen ni un segundo, y tras algunos errores en defensa, pide tiempo muerto al encajar cuatro puntos seguidos. Es Taylor Coppenrath, el hombre MVP, quien devuelve al equipo a su sitio sacando falta bajo el aro y anotando impecablemente los dos tiros. 43 – 35 y al descanso.     Así acaba la primera parte, y todavía espero cantar esa melodía de Verano Azul. Pero no. Hoy toca “El golpe”.

El regreso de los chicos a la pista no haría sino certificar la superioridad lucentina frente al equipo oscense. Los puntos conseguidos por Jesús Fernández y un nuevo triple de Green, que parece haber superado definitivamente el jet-lag, dejan el partido visto para sentencia con un 51 – 37. De nada sirve que detengan el partido para encauzarlo, porque el Lobe Huesca no ve aro mientras Green se adueña del rebote. Coppenrath sigue a lo suyo, haciendo méritos para 38 de valoración, y veo en el banquillo a Perelló dibujando un triángulo con las manos dando instrucciones a sus chicos. Unos segundos después, ¡chof!. Huertas, dentro.

Llega un momento en que los 25 puntos de diferencia se convierten en un estallido de júbilo en el pabellón. Equipo y afición son uno. Sonríe Carolina. Vienen a mi mente cuatro palabras mágicas que dijo Rubén Perelló: “Unión, fuerza, equipo, compromiso”. La música es la prueba. La superioridad, las buenas sensaciones, se sienten en la pista, y da gusto ver jugar entonces a Green, a Fernández, a Llorca… Con el 63 – 39, el repertorio musical deja espacio al himno de Alicante, y ya ni siquiera importa que Bas agotara el tiempo del saque.

En la recta final del encuentro, la defensa local se relaja al máximo, encajando un 0 – 9 que no hace ni pestañear a la afición. El único que no rebaja un ápice la tensión es Perelló, que no permite que sus jugadores bajen los brazos. Con 63 – 44 pide tiempo muerto para mantener la concentración. Y cuando se reanuda el juego, él, por primera vez en todo el partido, se sienta. Rejón está haciendo un partidazo. Con el 70 – 48, Rubén Perelló esboza una sonrisa. Vuelvo a recordar sus palabras de la previa del encuentro: “En estos momentos es cuando uno se da cuenta de por qué le gusta tanto ser entrenador”. Y nos encanta que lo seas, Rubén. El pabellón canta “Alicante” de nuevo y los jugadores lanzan a canasta tranquilamente. Rivero y Huertas endosan sendos triples, y el gran pívot de Vermont clava un sonrojante 82 – 53. Green abandona el juego entre una gran ovación; la misma que recibe Kouril al entrar. Los últimos destellos del gran partido del Lucentum los pone el 85 – 53 de Taylor con la zurda y el movimiento del balón por parte de Radovan Kouril.

La música, “el arte de las musas”, es un arma tremendamente poderosa. Desde su mera y más pura expresión estética hasta la canción protesta, sirve para reivindicar un cambio, defender unos derechos o unos colores, denunciar una injusticia o aclamar a un héroe, y tantas cosas más.

Hoy hemos visto al Lucentum moverse a distintos compases. Largo, lento, adagio, presto, moderato, andante ligero, allegro. Pero siempre, con la melodía del triunfo, con el coro de la afición. En ese coro yo quiero, como los seguidores del Estudiantes, volver a cantar “¡Que salgan los toreros!” y “¡Si no salen, no nos vamos!”. Quiero volver a perder la voz en el Centro de Tecnificación celebrando los triunfos de mi equipo. Quiero darles aliento cuando sientan desfallecer sus fuerzas si se dejan la piel en el campo. Quiero cantar su unión, su fuerza y su compromiso con la música de “El golpe”. Y, sobre todo, quiero olvidar de nuevo que una vez aprendí una canción que decía “Del barco de Chanquete no nos moverán”, y que vuelva a escucharse en el pabellón esa melodía que para mí es un grito de guerra, un deseo, un sueño que quién sabe si volverá a hacerse realidad: “¡El año que viene, Lucentum ACB!”.


ESCRITO POR MAR GALINDO


0 comentarios:

Publicar un comentario

Comparte

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites