Mientras Sebastian Vettel festejaba la 34ª victoria de su carrera
deportiva en el podio del circuito de Yeongam, pocos en el paddock caerían en
la cuenta de que justo hoy se cumplían 40 años desde que el francés François
Cevert se accidentara y perdiera la vida en Watkins Glen, en los entrenamientos
oficiales del GP de USA.
Sebastian Vettel consigue en Corea su 8ª victoria
de la temporada y podría proclamarse campeón
mundial la semana que viene en Japón.
Cevert, conocido como “El Príncipe de la F1” por su talante, su romance
con Brigitte Bardot y sus penetrantes ojos azules, había dominado el Glen dos
años antes y conseguido su única victoria en F1. A menudo segundo, detrás de su
jefe de filas y tricampeón mundial Jackie Stewart, el joven francés era
considerado como su sucesor. Pero ese 6 de octubre de 1973, al llegar a las
famosas “eses”, Cevert perdió el control de su Tyrrell 003 Ford Cosworth DFV,
impactó contra el guardarraíl y pereció decapitado por ese mismo raíl. Cevert se
convertía en la víctima número 27 que
perdía la vida a los mandos de un F1. Su compañero de equipo Jackie Stewart,
con su tercer título mundial ya en el bolsillo y cansado de tanto horror,
abandono el circuito, “colgó” su casco y nunca más volvió a competir,
convirtiéndose desde entonces en el máximo defensor de la seguridad de los
pilotos de Gran Premio. Muchísimos de los avances que se han conseguido en
seguridad hoy en día se deben a Sir Jackie Stewart.
Al día siguiente del accidente Ronnie Peterson se impuso de “cabo a
rabo” con el legendario Lotus 72C Ford pintado de negro y dorado, por delante
de James Hunt y Carlos Reutemann. Hoy Vettel, como Peterson hace 40 años, ha
firmado una nueva actuación impecable imponiéndose de “cabo a rabo” en un Gran
Premio cargado de incidentes.
En primer lugar, un trompo de Felipe Massa al poco de apagarse el
semáforo que sembró el caos en el pelotón y que a punto estuvo de llevarse por
delante a su compañero de equipo Fernando Alonso. A continuación, el alerón
delantero que se desprendió del Mercedes W04 de Nico Rosberg, y el reventón del
neumático delantero derecho del Mclaren de Sergio Pérez que obligaba a una
primera salida del coche de seguridad en la vuelta 32, y que aniquiló la
ventaja que Vettel había acumulado en la cabeza de la prueba. Y de nuevo, la
segunda salida del coche de seguridad para neutralizar otra vez al grupo tras
el incendio del Red Bull RB9 de Mark Webber, al que definitivamente le pasa de todo
este año.
Mientras ocurría todo esto, Vettel siguió a la suya, y fue acumulando
vuelta rápida tras vuelta rápida y consiguiendo un nuevo Gran Chelen (pole,
vuelta rápida, victoria y líder de principio a fin) al pasar por debajo de la
bandera a cuadros después de cubrir los poco más de 308 km del Gran Premio en 1
hora y 43 minutos por delante de un gran Kimi Raikkonen que remontó siete
posiciones para acabar segundo, y de su compañero de equipo en Lotus Romain
Grosjean que fue tercero.
Fernando Alonso, que quedó atrapado durante todo el Gran Premio en el
tráfico de mitad de pelotón, apenas encontró un ritmo de carrera decente y se
pasó toda la prueba detrás del Sauber de Nico Hulkenberg y del Mercedes de
Lewis Hamilton cruzando la línea de meta en una decepcionante sexta posición.
Después de cuatro décadas exactas del accidente de Cevert, los equipos han
cambiado, los coches son diferentes, los
circuitos no son los mismos, y para nada las medidas de seguridad de entonces
se asemejan a las de ahora, pero cada quince días 22 pilotos salen a pista, y sin
duda, se siguen jugando la vida a más de 300 km por hora. Y es entonces, cuando
los más viejos de este voraz mundo que es la F1 se dan cuenta de que algo no ha
cambiado y que esa esencia primitiva de los Grandes Premios sigue ahí, y que da
igual el tiempo que pase, y que ante todo… las carreras… siguen siendo carreras.
Nos vemos la semana que viene en Japón.
CLASIFICACIÓN
DE LA PRUEBA:
CLASIFICACIÓN MUNDIAL:
José Sarrió para Alicantesport
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