Hace un par de
años, Nike ideó una campaña publicitaria para el F. C. Barcelona cuyo lema era:
“El futbol et torna el que li dónes”. El eslogan quería reflejar que el
esfuerzo, el sacrificio, el entrenamiento duro y la entrega tienen su
recompensa, y que el deporte rey premia a quienes le brindan su talento y
constancia.
Ayer, en el estadio
Arena Fonte Nova de Salvador de Bahía, esa frase cobró sentido de nuevo, en las
botas de Robben y de Van Persie. Ambos supieron aportar al equipo oranje ese
convencimiento, esa lucha por cada balón y esa fuerza sobre el campo que el
fútbol les devolvió con un resultado que muy pocos holandeses se habrían
atrevido a pronosticar.
Dicen que el
esclavo no sueña con ser libre: sueña con ser amo. Holanda no había venido a
Brasil únicamente persiguiendo un trofeo, sino que el mayor de sus anhelos era
resarcirse de la dolorosa derrota en el Soccer City de hace cuatro años, cuando
aquel mágico gol en el minuto 116 cambió la historia para siempre. El destino
quiso que, ahora, ambas selecciones se enfrentaran en el primer partido de los
cruces del grupo, y la final de Sudáfrica era una referencia ineludible para
ambas escuadras. Holanda no solo quería ganar. Quería devolver el golpe, y vaya
si lo hizo.
Los silbidos a
Diego Costa o la intermitente lluvia baiana resultaron anecdóticos en
comparación con el absoluto despliegue de poderío deportivo que exhibió el conjunto
holandés en la segunda parte. Si bien el penalti a favor de España y convertido
por Xabi Alonso hacía presagiar que el partido se ponía de cara para la roja,
lo cierto es que fue un espejismo. La defensa hacía aguas, y el hueco dejado en
la selección por Carles Puyol fue imposible de llenar. Si en un principio la
posesión fue nuestra, conforme avanzaba el encuentro los holandeses fueron
sintiéndose cada vez más cómodos, hasta terminar toreándonos para regocijo de
la afición naranja.
Casillas fue sin duda
uno de los protagonistas de la tarde. Su impotencia ante el primer gol, sus
errores, salidas en falso, despejes desafortunados y las faltas que recibió y
no fueron señaladas fueron determinantes para el resultado final. Nada pudieron
hacer los hombres de Del Bosque ante una selección que servía bien fría su
venganza, convertida en dueña y señora del campo. Cada uno de los balones que
llegaban al área dejaba en paños a la defensa española, con un Piqué
absolutamente desaparecido y un Sergio Ramos muy distinto al que viste la
camiseta del Real Madrid.
Tampoco la
delantera fue mucho más efectiva. Diego Costa no acertaba y Torres fallaba solo
ante la portería. El centro del campo nunca dejó sentir el tiquitaca, y quienes
vinieron buscando a la campeona del mundo encontraron en equipo que fue una
sombra en el césped del Fonte Nova.
Grandísima tarde
para Holanda. Van Gaal apenas podía contener la euforia, con pie y medio en
octavos. El fútbol te devuelve lo que le das. La gloria es vuestra, chicos.
Mar Galindo y Jose Luis Pérez, Salvador de Bahía
Con la colaboración de Alicante, ciudad del deporte y Carrefour San Juan de Alicante
Con la colaboración de Alicante, ciudad del deporte y Carrefour San Juan de Alicante
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