Siete días en Brasil con motivo
del Mundial pasan muy rápido, y dan para mucho. La llegada a Salvador de Bahía,
una de las ciudades más especiales de Brasil, estuvo llena de sorpresas. El
primer día sirvió de toma de contacto con sus gentes, y el destino quiso que
nos perdiéramos en el Pelourinho, el centro histórico, y acabáramos en la mayor
fiesta jamás vista: la de São João de Bahía, donde música y color son todo uno.
Miles de brasileños abarrotaban las estrechas calles salvadoreñas, y todos
exhibían orgullosos la camiseta de su país, en un crisol verdiamarillo bajo el
lema de la nación: Ordem e progresso.
Una enorme batucada de la escuela de olodum
ponía la banda sonora a un país que debutaba con victoria en el mundial, y la
euforia se apoderaba del empedrado suelo de la primera capital de Brasil.
Al día siguiente, viernes, nos
aguardaba la cita más esperada: el debut de España frente a la subcampeona del
mundo. El escenario, el impresionante estadio Arena de Fonte Nova, a cuyos pies
un hermoso lago salpicado de baianas,
las mujeres icono de Salvador, recibe a sus visitantes.
Ciudad de grandes contrastes, los alrededores del fastuoso estadio están jalonados por casas derruidas y paupérrimos barrios, en los que uno se pregunta cuál es exactamente la conexión entre ambos mundos.
Ciudad de grandes contrastes, los alrededores del fastuoso estadio están jalonados por casas derruidas y paupérrimos barrios, en los que uno se pregunta cuál es exactamente la conexión entre ambos mundos.
Como sabemos, el resultado deportivo
no pudo ser peor para la roja, pero aun así disfrutamos mucho de la experiencia
de trabajar en un mundial, con los mejores profesionales del mundo. El personal
de la FIFA y las decenas de voluntarios no podían ser más amables, y la calidez
de los compañeros brasileños del Centro Abierto de Medios, donde llevamos a
cabo gran parte de nuestro trabajo, fue inolvidable.
Igualmente, el ambiente de las
aficiones en las horas previas al partido llenaba la ciudad de complicidad y
celebración. En nuestro hotel coincidimos con aficionados de Holanda, España,
Alemania y Portugal, imbuidos de esa sensación especial de estar a miles de
kilómetros de casa para disfrutar del deporte rey. Caracterizaciones de todo
tipo se podían encontrar entre los preparativos para los partidos.
El sábado, la ciudad nos obsequió
con una visita guiada por el centro de Salvador. Tuvimos como compañeros de
tour una pareja de periodistas indonesios de televisión que, incluso sin ser
acreditados por la FIFA para cubrir la competición, habían venido un mes entero
a Brasil para seguir la Copa recorriendo varias sedes. La visita tuvo como
punto fuerte la iglesia del Sr. de Bonfim. En una ciudad con más de trescientas
iglesias, esta es especial por la bella tradición que acogen sus puertas: si
atas una cinta (una fita) en la reja
que la rodea y pides un deseo, con un poquito de fe, se cumplirá.
El domingo fue nuestro día de
asueto, y quisimos aprovecharlo al máximo viajando al norte, hasta Praia do
Forte, un pequeño paraíso tropical de playas cristalinas que acogen el proyecto
Tamar, de protección de las tortugas marinas. Allí conocimos a la tortuga
“cabezuda” que ha tomado el testigo del pulpo Paul, con sus particulares
predicciones para los partidos en función de la sardina que elige para
alimentarse. En el área de Praia do Forte se hallaba también la sede de Croacia
en este mundial.
El lunes tocaba plato fuerte:
Alemania – Portugal, de nuevo en Fonte Nova. Salvador se vestía de los colores
de ambas selecciones, mientras los brasileños trataban de decantarse por un
equipo u otro. Sobre el campo, grandes conocidos de la liga española: Özil,
Kedhira, Pepe, Coentrao y, sobre todo, Cristiano Ronaldo. Una vez más, debacle
de los equipos de la Península Ibérica, que a este paso podrán compartir vuelo
de regreso a Europa.
Al día siguiente tuvo lugar la
presentación del proyecto “Alicante, ciudad del deporte” en el Centro Abierto
de Medios, ubicado en el Centro Cultural Câmara dos Vereadores, punto
neurálgico de la información deportiva en Salvador de Bahía. A ella asistieron
miembros del Ministerio de Deporte del Gobierno Federal de Brasil, de la
Secretaría de Estado de Turismo de Bahía y de la Administración del Gobierno de
Bahía. José Luis Pérez, embajador del proyecto en Brasil, promocionó Alicante
como destino deportivo y obsequió a los asistentes con merchandising facilitado
por el Ayuntamiento de Alicante.
Tras la presentación, hubo que
hacer las maletas y volar para Río, donde nos aguardaba la final roja entre
Chile y España. Así, el miércoles, desde primera hora, el templo del fútbol era
asaltado por centenares de aficionados chilenos sedientos de balompié.
La avalancha y el ímpetu de la
torcida chilena se hacían notar a kilómetros a la redonda de Maracanã, mientras
la ilusión de poner un pie en el estadio más emblemático del planeta nos
invadía. En la sala de medios trabajaban los más grandes entre los grandes, lo
cual nos reservaba el privilegio de trabajar junto a Maldini, Zamorano,
Pellegrini, Kiko, Alfredo Martínez, Mr. Chip, Mc.Manaman, Camacho, Juanma
Castaño, Capdevila… y ser entrevistado, incluso, para SkySport.
El partido entre España y Chile
dejaba la emoción de escuchar el himno de España en el corazón futbolístico de
Brasil junto a la pena de ver escapar la clasificación a la siguiente fase.
Fuimos testigos presenciales de la invasión chilena a la zona de prensa, enorme y dotada de todas las comodidades, y de las lágrimas de los nuestros camino del vestuario mientras los chilenos atronaban con cánticos de victoria.
Fuimos testigos presenciales de la invasión chilena a la zona de prensa, enorme y dotada de todas las comodidades, y de las lágrimas de los nuestros camino del vestuario mientras los chilenos atronaban con cánticos de victoria.