
Cuando antaño, los pioneros del Campeonato Mundial de F1 visitaban Spa,
todos, y quien dijera que no, mentía,
llegaban a este rutero circuito belga con un nudo en la garganta. Una
sensación de presión en la nuez producida, sin ninguna duda, por el miedo y
respeto que la pista de Las Ardenas causaba en los atrevidos pilotos que por
allí osaban “manejar”. El
Nurburgring-Nordscheleife de 22 km era único, era increíble, pero Spa-Francorchamps,
muy cerca del Ring, también lo era, pero éste, además de imponer… daba miedo.
La antigua pista...